Castillos de Cartón: Tres son... un tostón

Posted on domingo, noviembre 15, 2009 by Miguel Fonseca

Marcos y Jose contemplan a Jaime, que dibuja un vaso de vino. Mientras traza una línea con su lápiz les alecciona: "Se pinta lo que se ve". "Lo importante es cómo lo ves", responde Jose.
"O no", reflexiona Marcos. "A lo mejor se trata de pintar lo que no se ve, de un estado de ánimo. Aunque no te des cuenta, al final todo son autorretratos".




Una vez más, una novela de Almudena Grandes cobra vida en la gran pantalla. Enrique Urbizu es el responsable de la adaptación de Castillos de Cartón que dirige Salvador García Ruiz. Como suele ser habitual en sus novelas, nos encontramos con una historia cargada de erotismo, casi exhibicionismo (quizá por ello sean tan recurrentes sus adaptaciones en un cine español tan gustoso de desnudos y sexo), en la que tres estudiantes de arte comparten experiencias, sentimientos y cama.

Las adaptaciones no dejan de ser interpretaciones, no son meras transcripciones del texto literario al texto fílmico, por el camino se tienen que quedar y se quedan detalles, matices, personajes e, incluso, tramas paralelas. Sin embargo, en este caso, los entusiastas del libro han quedado decepcionados por el agravio que ha supuesto la modificación de la estructura de la historia. El detonante de la trama de Grandes era una llamada telefónica en la que comunicaban a la protagonista el suicidio de uno de sus amigos, lo que la llevaba a recordar sus años de facultad. En el film esto se obvia por completo, perdiendo gran parte de la fuerza que tenía la historia original, convirtiéndola en una historia lineal y más pobre.

Jose (Adriana Ugarte), Marcos (Nilo Mur) y Jaime (Biel Durán), son los tres protagonistas omnipresentes de esta historia. Estos tres estudiantes de Bellas Artes convierten el típico triángulo amoroso en un no tan típico trío sexual y sentimental. Estos emprenden caminos paralelos de aprendizaje artístico y vital, que les enseña que cada uno debe conocer su talento pero también sus limitaciones.

El ritmo de la película parece contagiado por el estado anímico de sus personajes. Así, lo que comienza siendo entretenido, acaba convirtiéndose en pesado y lento, con un clímax que pretende ser profundo y emotivo pero que resulta interminable.

Es destacable la actuación de los tres jóvenes protagonistas, que consiguen transmitir naturalidad y frescura, a pesar de la dificultad añadida que supone para todos los actores aparecer, gran parte del tiempo, desnudos frente a la cámara.

De vez en cuando el cine español nos sorprende con el descubrimiento de intérpretes con un magnetismo especial. Si hace unos años fueron actrices como Marta Etura o Verónica Echegui las que nos cautivaron, esta vez Salvador García Ruiz ha tenido el acierto y la suerte de contar con Adriana Ugarte, a la que hemos podido ver el la serie de TVE La Señora, y que promete tener un papel importante en nuestro cine.

En cualquier caso, parece que el público español ya se ha cansado de ver tetas y culos y ahora exige algo más. Salas vacías y ni rastro de Castillos de Cartón en las listas de más taquilleras. Y, como comentaba Antonio Hernández en declaraciones a La Penúltima, no se puede decir que este sea un mal momento para el cine nacional ahora que dos películas españolas, Celda 211 y Ágora, ocupan los dos primeros puestos de la taquilla.

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