El Acorazado Potemkin: Eisenstein

Posted on jueves, octubre 08, 2009 by Miguel Fonseca

Sergei Mijailovich Eisenstein nació en Letonia el 23 de enero de1898. Hijo de un ingeniero de origen judío y de una eslava. En su influencia recibió una estricta educación religiosa lo que sin duda influirá en la forja de su personalidad, En 1915 entra el Instituto de Ingenieros Civiles de la Universidad de San Petersburgo. También entra en la Escuela de Bellas Artes. En la Revolución de 1917 se alista en las milicias populares y una año más tarde lo hace en el ejército rojo colaborando en la defensa de Petrogrado. En estos años empieza a trabajar como actor y director teatral en obras montadas por los propios soldados, entrando en el Teatro Obrero en 1920. En 1923 tiene su primer contacto con el cine como director a través de su cortometraje Kinonevik Glumova.

Como la calidad de sus obras teatrales no le convencía decidió centrarse en el cine dirigiendo su primer largometraje un año más tarde titulado La Huelga en la que empieza a poner en práctica sus teorías sobre el montaje.

Al año siguiente recibe el encargo de realizar Año 1905 para conmemorar la fecha del primer intento revolucionario. En un primer momento estaba pensado que constara de ocho capítulos entre los que constaba la huelga general de Leningrado, capítulo que no se pudo rodar por el mal tiempo. Se trasladaron a Odessa a rodar el siguiente capítulo, el del Acorazado Potemkin, en el que Eisenstein decidió centrar la obra completa cambiando así los planes iniciales. Esta película fue la que dio prestigio mundial al director, convirtiéndose en una de las películas más importantes de la historia del cine.

Tras el gran éxito de su film anterior Eisenstein realizó dos películas más: Octubre y La línea general. En ellas evolucionó en el montaje de atracciones, el problema es que el público de la época no estaba preparado para enfrentarse a ese lenguaje cinematográfico.

En 1930 Eisenstein hizo un viaje por Europa para aprender sobre el desarrollo del cine sonoro que estaba muy atrasado en Rusia. Fue en Paris donde coincidió con un directivo de la Paramount que decidió ficharle y llevárselo a EEUU. Por aquel entonces el cine estadounidense se nutría de talentos extranjeros para poder hacer frente a la altísima demanda de películas. Sin embrago su paso por Norte América no fue todo lo bien que esperaba. Al exhibir su película La línea general en Nueva York saltaron las alarmas sobre las ideas que el director promulgaba sobre la colectividad y la lucha obrera. Por ello fue perseguido por el Comité Fish, antecedente del Comité de Actividades Antiamericanas, impidiendo que llevara a cabo los guiones que preparó para la Paramount: Sutter's Gold y An American Tragedy basada en la obra homónima de Theodor Dreiser. Ante esta imposibilidad de llevar a cabo a sus obras la Paramount decidió rescindir su contrato.

Tras su frustrada estancia en los Estados Unidos se traslada a Méjico animado por el novelista Upton Sinclair, donde se embarcará en el proyecto de rodar una película sobre Méjico y la primera revolución del s. XX. El título de la obra sería ¡Viva Méjico! Pero el dinero del que disponía para realizar la película le fue retirado dejándola inacabada. Sería culminada por el propio empresario que ponía el dinero sin que Eisenstein tuviera nada que ver en su montaje final.

La dura década de los treinta se completó para el famoso director cuando a su vuelta a Rusia después de su desafortunado periplo americano recibe fuertes críticas por parte del partido comunista. Esto hace que tampoco pueda llevar a cabo su siguiente proyecto, El prado de Bezhin, al no ser considerada políticamente correcta.

Diez años después de que realizara su última película, el genial director vuelve a deslumbrar con Alexander Nevsky, que le hará ganar el premio Stalin de cinematografía y entrar en el Comité Artístico de la Comisión de Asuntos Cinematográficos en 1944.

En los años 40 se embarca en el gran proyecto de una trilogía sobre Iván el Terrible, el primer zar de Rusia. Sin embargo, no todas las partes gozaron del mismo éxito. Mientras que la primera fue enormemente aclamada y le valió su segundo premio Stalin, la segunda no pudo ser exhibida sino diez años después de que su autor hubiera fallecido, y la tercera parte no llegó a concluirse.

Murió en 1948 a los 50 años de edad de un ataque al corazón.

Podemos destacar varias características en la obra de Eisenstein que le han convertido en uno de los más grandes en la historia del cine y que supusieron un avance en la teoría cinematográfica clásica, influyendo en todo el cine posterior y sus directores.

Lo más remarcable es lo que el denominaba el montaje de atracciones, y lo explicaba de esta manera: "el montaje libre de acciones (atracciones) elegidas, independientes (incluso fuera de la composición dada y del entrelazamiento narrativo de los personajes), pero con una orientación precisa hacia un determinado efecto temático final. Éste es el montaje de atracciones." Según este al sumar dos imágenes distintas se obtiene un significado nuevo, algo que tomó de las ideografías japonesas.

Este montaje es el que cobra verdadero protagonismo en el movimiento. Los movimientos de la cámara son escasos, con la excepción de algún travelling. Es la yuxtaposición de planos lo que le da movimiento a la imagen. Llama la atención la gran cantidad de planos que utiliza para sus películas con un montaje muy vivo.

Todo esto hizo que al público le costara seguirlo al no estar acostumbrado a ese tipo de cine. Algo parecido a lo que le pasó a Griffith con su montaje en Intolerancia. Pero ahí acaban las similitudes, en la reacción del público, ya que el tipo de montaje difiere de uno a otro enormemente, de hecho el montaje de Eisenstein fue una ruptura del que había establecido Griffith con El Nacimiento de una Nación.

Otra característica es el protagonismo de la masa dentro de las películas de Eisenstein. El personaje protagonista casi siempre en un personaje colectivo, no hay nadie en quien se personifique la acción, sobre todo en las películas de su primera etapa. Refleja la lucha de clases la unión de los obreros que promulgaba el comunismo en el que estaba enmarcado, y cuyos líderes le encargaban las obras.

Consiguió, y ese era su objetivo, provocar sentimientos en los espectadores, llegar a sus conciencias y utilizar el cine como arma de propaganda política. Y lo consiguió a través del montaje y a través de cuestiones como la anteriormente citada de convertir a la masa en el protagonista.
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